El Cairo, caos y planificación

Por Catalina Poblete

El Cairo es la capital de Egipto desde 1952, la ciudad mayor del mundo árabe y una de las más grandes de Oriente Medio y África. Se ubica en las riberas e islas del río Nilo, al sur del delta, rodeado por los cerros del desierto al este y al oeste. Tiene una población urbana de 17.550.000 habitantes, lo que corresponde a la cuarta parte de población de Egipto y es la undécima urbe más poblada del mundo.

Dentro de los problemas más importantes que sufre la ciudad están la congestión, la contaminación, la sobrepoblación y los asentamientos informales, siendo este último grave, ya que un 70% de los habitantes residen de esta manera. La mancha urbana ha ido absorbiendo gran parte de los territorios agrícolas del valle del Nilo, a pesar de que la conservación de la agricultura ha sido prioridad en la política de desarrollo de Egipto. La solución para el exagerado crecimiento de la población está en ganarle terreno al desierto para nuevos asentamientos, al mismo tiempo que una mejora extrema en el transporte público y en los servicios. Si el desarrollo no se lleva a cabo de manera integral, la residencia ilegal continuará, porque ha pasado a ser parte de la tradición de los cairotas y es de alguna manera el fenómeno que está cambiando la forma de la ciudad, su grano y su trama.

La morfología y la configuración de esta ciudad árabe es compleja. Podemos entenderla como la suma de varios asentamientos (algunos milenarios), de varias culturas y de varias estructuras urbanas. Fue conquistada y controlado por múltiples invasores como los mamelucos, los otomanos, Napoléon Bonaparte y los británicos, y en sus 1400 años de historia hubo gobernantes que hicieron remodelaciones urbanas radicales. La ciudad antigua se ha deteriorado desde que las clases altas se mudaron a las orillas del Nilo hace más de un siglo, a lo que se suma la proliferación de asentamientos ilegales que no cumplen con ningún orden. A grandes rasgos, la superposición de todas estas capas suena bastante caótica.

La ciudad tiene huellas de muchas civilizaciones por lo que parece recomendable hacer un recorrido por estas. Se podría decir que El Cairo actual se originó a partir de cinco construcciones:

La primera es la antigua fortaleza persa, de origen musulmán, que reconstruyeron los romanos en el año 116a.c. a 14 km de Heliópolis junto al río Nilo, en lo que ahora es el Viejo Cairo.

La segunda fue Al-Fustat (el campamento, en árabe), núcleo original y la primera capital del Egipto árabe. Se fundó entre la fortaleza romana y el río en el año 641. En ella se construyó la primera mezquita de Egipto y África. Esta ciudad fue quemada para que no cayera en manos de los cruzados.

La tercera fue Al-Askar (el ejercito, en árabe), fundada junto a Al-Fustat en el período de los abasíes, como asentamiento militar. En este sector se construyó el Palacio de Gobierno.

La cuarta fue la fortaleza de Al-Qatta’i, edificada por los tuluníes en 872 con su palacio y mezquita. Actualmente sólo existe la mezquita en el barrio de Tulun.

Y la quinta fue Al-Qahira (la victoriosa, en árabe), El Cairo, fundada por los fatimíes en 972 al norte de los palacios, abarcando Al-Askar y Al-Qatta’i. Allí se construyó la Mezquita de Al-Azhar y la primera universidad de la historia. Entre 1087 y 1092 se levantó un muro alrededor de la ciudad con sesenta puertas, de las cuales solo tres siguen en pie y algunas partes del muro. La fundación de Al-Qahira, marca el hito más importante de la historia de la ciudad y se convirtió en el núcleo de toda evolución posterior.

La creación de nuevas ciudades como expresión de poder fue una característica de la historia islámica. Como nos señala Oleg Grabar en La Arquitectura del Mundo Islámico[1] , el modo más original de expresar el poder en las ciudades consistía en el emplazamiento y diseño de monumentos que en sí mismo no tienen relación directa con las funciones de la autoridad. Nos da como ejemplo una calle de El Cairo, la sari bayna l-qasrayn, en la que abundan fundaciones pías donadas por ricos mecenas.

En 1176 Saladino, reparó y amplió las murallas de la ciudad hacia el sur, donde se encontraba la alcazaba o ciudadela recién construida, realizando una extensa labor de fortificación. Este recinto fortificado separa la vieja ciudad medieval de la nueva creada más tarde por Ismail Pasha, de trazado occidental.

Con la ciudadela como centro administrativo y refugio de todos los gobernantes hasta Mehmet Alí, la ciudad creció hacia el oeste y el sur. El Cairo se transformó en una ciudad próspera con cientos de mezquitas, palacios, madrasas, baños públicos y otros edificios. A un costado de la ciudadela, se encuentra también la ciudad de los muertos, el gran cementerio musulmán.

Durante el dominio de los mamelucos, se construyeron muchos bazares, en los cuales se desarrollo el comercio lineal y constituyen los espacios públicos más importantes, junto con las mezquitas. A la calle principal del bazar, flanqueada por edificios relativamente bajos, desembocan las calles centrales de los diferentes barrios, con edificios más altos, y a estas calles a su vez dan las estrechas callejuelas a las que se abren las puertas de las viviendas particulares.

En 1517 los otomanos ocuparon Egipto, y la ciudad de El Cairo fue degradada al rango de ciudad provinciana, con lo que la construcción se vio limitada hasta el siglo XIX.

En 1805 Mehmet Ali comenzó la industrialización y modernización de El Cairo. En 1854 se inauguró el ferrocarril de Alejandría a El Cairo, fundamental para la industria y el comercio. En 1863, su nieto, el jedive Ismail Pasha, siguió sus pasos e inició una fase de expansión y remodelación urbana de la ciudad: saneó las zonas pantanosas y construyó una nueva metrópoli europeizada con trazado ortogonal al este de la ciudad antigua.

Como era de esperar la élite se trasladó a estos nuevos barrios y el Viejo Cairo comenzó a deteriorarse y a concentrar a las clases bajas. Con estas transformaciones, la ciudad se ganó el sobrenombre de «el Paris del Nilo», y en adelante, estrategias de planificación occidentales marcaron la línea de desarrollo de El Cairo.

En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, la economía de la ciudad floreció y la base industrial se expandió rápidamente, lo que condujo también al desarrollo de áreas informales. Tras la revolución de 1952, hubo una mayor aceleración de la expansión de la ciudad, la cual arrasó principalmente con tierras agrícolas. El eje principal de crecimiento fue hacia el Norte, en dirección al delta del río Nilo, convirtiendo los terrenos en nuevos centro industriales y bastos proyectos de vivienda pública.

En 1967 la guerra con Israel congeló el desarrollo formal de la ciudad, pero el crecimiento poblacional no se detuvo, lo que dio lugar a la explosión de los asentamientos informales. En 1977, Sadat presentó las «nuevas ciudades», creación de asentamientos planificados en el desierto como solución definitiva para absorber el crecimiento previsto de la población. La falta de servicios y de posibilidades económicas, hicieron muy poco atractivos estos nuevos asentamientos para las personas de bajos ingresos. Desde entonces, siguieron apareciendo nuevos asentamientos informales a pesar de las medidas gubernamentales.

¿Es entonces El Cairo una ciudad caótica y carente de planificación?

Después de esta revisión de la evolución de la ciudad, podemos señalar que el Viejo Cairo es una ciudad de configuración islámica, que se distingue dentro de la ciudad actual. Es por lo tanto el resultado de una sumatoria de hechos políticos, económicos y sociales que han dado forma y configurado la ciudad a lo largo de la historia. A primeras luces podríamos señalar que el Cairo es una ciudad caótica y carente de planificación. Sin embargo es importante señalar que las ciudades islámicas rara vez se adaptan a simetrías geométricas, porque no se planifican desde lo público, sino que desde lo privado.

«Los asentamientos islámicos no son fortuitos ni amorfos en su organización, y revelan un coherente orden subyacente de secuencias jerárquicas de acceso y cerramiento, que responden a esquemas de relaciones sociales y lealtades propios de la sociedad islámica» [2]

Es por esto que en la ciudad antigua no son reconocibles ejes rectos de circulación, sino más bien líneas sinuosas que dependen del tipo de edificación. Se pueden reconocer vías públicas importantes colmadas de monumentos, mezquitas y minaretes; bazares atiborrados de comercio y callejuelas intrincadas con altos muros herméticos de las viviendas particulares. Es una ciudad fragmentaria que se entiende desde la unidad de la casa particular, y la calle es la resultante de la edificación privada. La mejor herramienta de orientación dentro de la ciudad, son los minaretes que sobresalen de la altura promedio de edificación.

Esto provoca un gran contraste con la ciudad moderna de El Cairo, de trazado occidental geométrico con ejes de circulación que rematan radialmente en squares.

Estas dos situaciones dan lugar a la ciudad formal, sin olvidar los asentamientos ilegales que se han ido tomando los pocos terrenos agrícolas que quedan y no se ciñen a ninguno de los dos órdenes.

Debemos entender por lo tanto, que el Cairo no responde a un modelo urbano occidental, en el sentido formal o de planificación, sino que es el fiel reflejo de una sociedad oriental, marcada por la cultura musulmana. En ese sentido, no podemos decir que el Cairo es caótica o desordenada, como podría parecernos a primeras. Por el contrario, esta ciudad es fruto de un rico proceso histórico y de una sociedad diferente a la nuestra, que tiene su punto de partida en lo privado, para configurar de esta manera, un espacio público notable y único.

Citas

[1] GRABAR, OLEG. Palacios, alcazabas y fortificaciones. En: MICHELL, GEORGE. La arquitectura del mundo islámico, Edición en castellano, Madrid, Alianza Editorial, 1985. pp.65-79

[2] PETHERBRIDGE, GUY T. La casa y la sociedad. En: MICHELL, GEORGE. La arquitectura del mundo islámico, Edición en castellano, Madrid, Alianza Editorial, 1985. pp.193-208

Bibliografía de referencia

1. MICHELL, GEORGE. La arquitectura del mundo islámico, Edición en castellano, Madrid, Alianza Editorial, 1985.

2. RÁFOLS, J.F. Arquitectura de la Edad Media, Editorial Ramón Sopena, España, 1957. Capítulo IV: La Arquitectura Musulmana. pp. 57-71

3. ABUAUAD, RICARDO. La ciudad del Islam, Curso «La ciudad en la historia», Santiago, Chile, 2012.

4. MOURSI, MANAR. Where does urban harmony begin. http://www.egyptindependent.com/opinion/where-does-urban-harmony-begin

[consulta: 14 de Octubre, 2012]

Imagen portada

MICHELL, GEORGE. La arquitectura del mundo islámico, Edición en castellano, Madrid, Alianza Editorial, 1985. p.71

 

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2 respuestas a El Cairo, caos y planificación

  1. Carlos Rodríguez Palleres dijo:

    Estoy de acuerdo con la apreciación de que Cairo es una ciudad caótica a la vista de un occidental. Es cierto que desde el aeropuerto a Gizah el trayecto puede ser de 1 hora, o al menos esa fue mi experiencia. Sin embargo ese trayecto tiene que ver con tráfico y flujo, no con el caos y el desorden porque cada auto maneja por donde tiene que manejar y cada persona sabe cual es su lugar. No se ven grandes avenidas rectas ni monumentos barrocos; el Cairo como tu bien dijiste está construido a la islámica; de adentro hacía afuera. No obstante que la vida privada de la sociedad musulmana se vuelque al interior de la ciudad no quiere decir que no haya vida afuera. La hay, al menos en el Cairo viejo. Existe esa vida de calle, de vendedores ambulantes como en cualquier ciudad del mal denominado «tercermundo»; pero esa vida que puede parecer caotica y que perdura hasta altas horas de la noche no es caótica. Ellos viven su ciudad en una planificación, en un contrato social planificado de siglos de cultura. Me parece certero que en esta columna se plantee que el caos es caos según la mirada de las personas externas a este «caos».

  2. Maria Teresa Echaurren M. dijo:

    Qué interesante lograr entender la lógica islámica en una ciudad que por fortuna conozco, y que evidentemente también me hubiera parecido un desastre al no tener la capacidad de leer las capas de su larga historia, al no responder a las leyes que nuestras ciudades occidentales «traen por defecto».

    Pero efectivamente existe una porción caótica dentro de esta organización que nos pudiera parecer azarosa.

    Así como muchas ciudades son concentración de riquezas, hoy las mayores concentraciones urbanas concentran pobreza, provocando inevitablemente el deterioro continuo y de difícil solución efectiva. 

    El área metropolitana del Cairo concentrando casi 18 millones de habitantes, ha crecido ganando terreno al desierto y a las áreas agrícolas, que no son terrenos preparados, sino potenciales desastres, al complementarlos con este 70% de asentamientos informales que no son estructuralmente adecuados a zonas altamente vulnerables al corrimiento o dezplazamientos de tierras (1).

    Es un caso inabarcable, pues la ciudad sigue creciendo y se encuentran cerca de las fuentes de trabajo. Vemos en ciudades como como Mumbai (Bombay, 8 millones de habitantes en Slums), la solución urbana, sin poder abarcar el dar mejor casa y re-localizar los millones de personas de los slums, será mejorar la salubridad con que viven, dando baños, agua, luz. 

    Así tal vez la arquitectura debe abrir los ojos, y antes que tratar de legalizar a la gente, el gobierno, velando por la seguridad y salud de miles de familias que pueden quedar enterradas bajo sus mismas casas (como sucedió el 2008, muriendo más de 100 personas), debe buscar la manera de lograr una expansión de la ciudad en calidad al desierto, o simplemente comenzar una política de desalojo de las 26 «zonas inseguras» del Gran El Cairo.

    (1) «Trapped by Poverty and Neglected in Cairo’s Informal Settlements», Programa Regional de Amnistía Internacional para Medio Oriente y el Norte de África (Nov. 2009)

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