Enseñanzas de Nueva York

nueva yorkPor Manola Ogalde.

Nueva York es hoy una ciudad poderosa y consistente en su estructura y ordenación, con un paisaje claro y reconocible de edificios y avenidas de enormes proporciones. Su potente imagen hace alarde de su gran riqueza material: la valiosa calidad de su construcción, un notable estándar de diseño y una idea global de ciudad presente en cada una de las decisiones urbanas que la han configurado.

Al mismo tiempo, Nueva York es conocida como una de las ciudades más activas y vibrantes del mundo, con un alto tráfico de automóviles, repleta de inmigrantes y caracterizada por la superposición de múltiples actividades económicas, sociales y culturales.

En este contexto, cabe preguntarnos:¿cómo llegó a ser una ciudad con uno de mejores estándares en calidad de vida urbana? ¿cómo ha logrado Nueva York sobrellevar l vertiginoso crecimiento económico y poblacional sin destruirse a sí misma?

Sin lugar a dudas, Nueva York nos puede entregar innumerables lecciones de ordenamiento, planificación e intervención en la ciudad. Sin embargo, creo que hay tres momentos especialmente excepcionales en la historia urbana de Nueva York que han establecieron los principios de su estructura actual y que han logrado salvar brillantemente a la ciudad de su propia aniquilación.

El Comissioner’s Plan de 1811

Como ya es conocido, la historia de Nueva York se inicia en 1626, cuando los holandeses fundaron en la isla de Manhattan una pequeña colonia comercial llamada Nueva Amsterdam. En 1674 ésta pasó a manos de los ingleses, quienes la rebautizaron con el nombre de Nueva York (en honor al Duque de York). Durante el siglo siguiente, Nueva York creció rápidamente y adquirió importancia como puerto comercial, a la vez que se volvió escenario de sangrientos episodios en los conflictos por la liberación de EEUU del dominio de los ingleses. En 1792 fue creado el mercado bursátil de Wall Street y después de la guerra de Independecia de EEUU (1761-1765), miles de inmigrantes comenzaron a llegar desde Europa en busca de mejores oportunidades y su población llegó a bordear los 80.000 habitantes.

Ante este descontrolado crecimiento la municipalidad de la ciudad, con una lucidez admirable, decidió actuar radicalmente: se formuló un plan para Nueva York, que permitiera sistematizar y ordenar la expansión de la ciudad. Es así como se llevó a cabo el reconocido y ambicioso Comissioner’s Plan de 1811.

Este plan dispuso una red virtual uniforme de calles ortogonales, definiendo 2.208 “blocks” que en el futuro darían cabida a aproximadamente 2.500.000 habitantes. Se trazaron 12 vías de norte a sur que se denominaronn “avenues”, y de este a oeste se perfilaron 155 calles que fueron llamadas “streets”.

¿El resultado? Un ingenioso trazado de manzanas rectangulares de 65 x 265 metros promedio, fruto de una aguda operación que estableció reglas sencillas para otorgar una libertad controlada a las construcciones por venir. Gracias a su forma rectangular las cuadras han sido ocupadas eficientemente, al minimizarse los vacíos al interior de la manzana (usualmente desperdiciados en las manzanas cuadradas). Al mismo tiempo su organización reticular racional ha facilitado la orientación de sus habitantes y ha otorgado un ordenamiento claro al crecimiento de la ciudad. En la actualidad, permite una menor congestión en las avenidas (que se extienden por el lado largo de las manzanas), ya que la presencia menor de intersecciones respecto a las calles perpendiculares y, hace que en uno de los sentidos el tránsito de vehículos sea más expedito.

El Zoning Plan de 1916

Después de la Guerra de Secesión (1861-1865), se inició una “edad de oro” en EEUU marcada por el rápido crecimiento económico, del cual Nueva York fue el motor principal. Para la construcción de vías férreas y nuevas industrias, Nueva York suministró capitales y mano de obra, atrayendo nuevamente a miles de inmigrantes de todo el mundo. Entre 1800 y 1850, la población aumentó de 500.000 a 3.000.000 de habitantes. En la década de 1890 apareció el rascacielos y, gracias a millonarias inversiones privadas, Nueva York comenzó a transformarse aceleradamente en una metrópolis vertical. Pero la propagación de los rascacielos comenzó a traer ciertos problemas. Debido a las grandes extensiones de sombra que éstos proyectaban sobre sus vecinos, el valor de las propiedades aledañas se veía negativamente afectado.

Nuevamente, con gran perspicacia, las autoridades de Nueva York reaccionaron ante esta explosión inmobiliaria: decidieron formular una serie de leyes conocida como Zoning Plan (1916), que buscó ordenar Nueva York “zonificando” la ciudad en áreas residenciales separadas de las comerciales, así como también otros usos considerados incompatibles. Pero esto no fue todo. Se creó una ley que normaría la relación entre la altura construida del edificio, el suelo liberado y el ancho de la calle al que éste se enfrentaba. De este modo, se aseguraría el adecuado asoleamiento y ventilación de los edificios y calles, así como también se reduciría la percepción a nivel de peatón de estar “encerrado” entre grandes masas construidas. Esta ley es nada menos que la precursora de lo que hoy conocemos como “rasante”.

Este plan dio lugar a innumerables edificios en los años 20 y 30, hoy mundialmente conocidos. Lo notable en todo esto, es que gracias a arquitectos responsables esta rasante dio paso a ingeniosas soluciones: escalonamientos elegantes sutilmente incorporados a la composición volumétrica y la fachada de los edificios.

El Central Park (1857)

Durante el siglo XIX, Nueva York seguía creciendo. Entre 1821 y 1855 el área metropolitana de NY cuadruplicó su población. Poco a poco comenzaron a alzarse voces de artistas e intelectuales que reclamaban un espacio para la recreación de los neoyorquinos, a imagen y semejanza del Bosque de Boulogne en Paris o el Hyde Park en Londres.

Las autoridades de Nueva York fueron nuevamente capaces de actuar a la altura de los tiempos. En 1853, el Estado de Nueva York expropió 340 hectáreas entre las calles 59 y 110, que en ese entonces eran una vasta extensión de tierra desolada y pantanosa, con algunas pocas poblaciones. En 1857 se definió un presupuesto de 5 millones de dólares y se llamó a un concurso público para el diseño del parque.

El proyecto “Greensward Plan” de Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux se alzó como el ganador. Durante 13 años, más de 3000 hombres trabajaron el terreno con rudimentarias herramientas y construyeron prados, colinas y arroyos, así como serpenteantes senderos que darían lugar al bucólico paisaje que hoy tan radicalmente contrasta con la regular retícula del resto de la ciudad. Esta gran obra de ingeniería es hoy un espacio público de alcance transversal y recibe cerca de 25 millones de visitas al año, siendo el parque más visitado de EEUU. 

Nueva York en la actualidad

            Como si esto fuera poco, podemos también repasar brevemente las múltiples intervenciones urbanas notables que se han realizado en Nueva York en lo últimos años. A fines de los 90, la recuperación del borde del río Hudson con una excepcional costanera permitió revitalizar un área en decadencia. En 2006, la construcción del Highline-Park sobre una antigua línea de ferrocarril hizo historia como un loable ejemplo de recuperación de infraestructuras en desuso. Desde 2008, el Departamento de Transporte ha implementado cerca de 400 km de ciclovías, aumentando el uso de la bicicleta en un 300%. Y desde 2009, las autoridades han concentrado esfuerzos para transformar paulatinamente zonas emblemáticas de la Gran Manzana (como Times Square y Broadway) en zonas exclusivamente peatonales.

La lista suma y sigue, y la capacidad de Nueva York de renovarse continuamente, respondiendo a las necesidades y problemas de sus habitantes, parece inagotable.

Enseñanzas de Nueva York

Después de estas aproximaciones a la historia urbana de Nueva York, resulta casi inevitable reflexionar sobre nuestra capital. No es que se aspire a que ambas ciudades se parezcan en su forma: es claro que ambas han surgido en contextos históricos, culturales, económicos y sociales muy diferentes. Sin embargo, si pensamos en los episodios urbanos mencionados, que operan en torno a las ideas de planificación, regulación e intervención urbana, podríamos tal vez arrojar nuevas luces acerca de nuestro propios problemas urbanos y el modo en que debemos enfrentarlos.

Primero, quiero recordar el Comissioner’s Plan y detenerme en la idea de planificación urbana. Al parecer, en nuestra ciudad reciente el trazado y configuración de la calle se han vuelto una preocupación secundaria, abandonada las decisiones arbitrarias de las empresas inmobiliarias que construyen, uno tras otro, extensos barrios residenciales. ¿Es que acaso el compromiso con el desarrollo económico nos obliga a crecer sin control ni planificación en múltiples direcciones, regidos sólo por las leyes del mercado? ¿Por qué asumimos estos procesos negativos como una consecuencia natural del “progreso”?

Luego, a partir de la revisión del Zoning Plan de 1906, propongo que reflexionemos sobre la aplicación de la normativa urbana. Es cierto que el mundo de la construcción está manejado por los capitales privados y que estos buscan siempre la máxima rentabilidad. No obstante, no podemos negar el hecho de que la presencia del capital privado en la historia de Nueva York fue tanto o más importante. Mucho más que la propia norma, lo que verdaderamente impresiona del Zoning Plan de 1906 es la dignidad con que los arquitectos, los inversionistas y las autoridades lo interpretaron, dando lugar a elegantes edificios que incluyeron con suspicacia la norma en su diseño. Es precisamente aquí donde las comparaciones con Santiago se vuelven lamentables, particularmente observando los aberrantes lustrines del sector oriente de nuestra capital. ¿Es que acaso la norma en Chile será siempre interpretada al límite, de manera mercantil, egoísta y arrogante?

En tercer lugar, quisiera hacer referencia a las intervenciones urbanas y la construcción de áreas verdes, a propósito del increíble esfuerzo que significó la construcción del Central Park. Es un dato no menor que Nueva York posee un promedio de 27 m2 de áreas verdes por habitante, mientras que Santiago sólo 5. En términos económicos, es probable que nuestro país se encuentre en una situación no tan desfavorecida, al menos lo suficiente como para tomar medidas serias que reviertan esta situación. Sin embargo, parte de nuestra idiosincrasia es la convicción de que los recursos no bastan o tienen un destino superior, que no podemos darnos los lujos de las grandes países desarrollados… ¿Es que aún no comprendemos que otorgar calidad de vida a las personas es una forma de generar y enriquecer el capital humano?

Para concluir, quiero insistir en la necesidad de que nos detengamos más seguido a mirar las ciudades extranjeras, ya que mucha de ellas han sabido sobrellevar los problemas a los que nosotros hoy nos enfrentamos. Antes que deslumbrarnos por las grandes avenidas y la alucinante arquitectura, antes que encandilarnos por los luminosos avisos publicitarios y las brillantes marquesinas, antes que resignarnos frente a una imagen que jamás llegaremos a alcanzar… Debemos detenernos en aquello que no es tan evidente: el trabajo, los procesos y las decisiones que han sabido convertir estas ciudades en los lugares más deseables para vivir del mundo. Sólo así podremos vislumbrar las enseñanzas de Nueva York.

Bibliografía:

  1. CHARYN, Jerome. Nueva York: crónica de la jungla urbana. Barcelona, Eds. B, 1998.
  2. FRAMPTON, Kenneth. Nueva York: capital del siglo XX. Madrid, Abada, 2006.
  3. Shaping the city’s future: New York city planning and zoning reporte. New York Comission,1993.
  4. About the Zoning plan en: http://www.nyc.gov/html/dcp/html/zone/zonehis.shtml
  5. Áreas verdes en el Gran Santiago. En: http://www.veoverde.com/2010/05/areas-verdes-en-el-gran-santiago-estadisticas/
  6. Cómo se les dio un espacio a peatones y ciclistas en Nueva York. En: http://www.plataformaurbana.cl/archive/2012/01/20/como-las-bicicletas-ganaron-su-espacio-en-nueva-york/

Fuente imagen:

http://www.centralparknature.com/index.html

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6 respuestas a Enseñanzas de Nueva York

  1. Carolina Briones dijo:

    La ciudad que nunca duerme es, como afirma Manola, un claro ejemplo de enseñanza para nosotros, en dónde la afirmación, no sólo es aplicable a esa vibrante y característica identidad de su funcionamiento día y noche sino que, en cuanto a su regeneración y planificación urbana inacabable que no nos termina de sorprender incluso, durante estos últimos años.

    Decisiones de planificación precisas que fueron tomadas en diversas situaciones a lo largo de su historia y que fueron capaces de satisfacer las necesidades del minuto de una ciudad multicultural, fundada y construida por extranjeros provenientes de todas partes del mundo. Y, porque la ciudad se hace por su sociedad, además de estar tan «ingeniosamente diseñada y planificada», Nueva York, desde sus inicios ha sido lugar de acogida de inmigrantes extranjeros, en dónde todos conviven en el mismo territorio y se adecuan actualmente, al afamado ritmo de vida de la gran manzana.

    Una ciudad llena de oportunidades que recibe al año no sólo a una gran cantidad de estadounidenses en búsqueda de nuevas oportunidades laborales sino que un gran número de habitantes de origen extranjeros que la han llevado, a mi parecer, a ser una de las ciudades más atractivas de Estados Unidos. Una multiculturalidad que pocas veces se ve y se aprecia como tal y que le otorgan una identidad única y atrayente a esta ciudad que no sólo nos enseña en cuanto a su infraestructura, regeneración urbana y planificación sino que en cuanto a su diversidad cultural, religiosa y racial. Y, para nosotros, una más de «las enseñanzas de Nueva York» que podríamos aplicar en nuestra sociedad chilena.

  2. Rafael Urcelay dijo:

    Cabe preguntarse cual sería la gran enseñanza de Nueva York para Santiago. De cierta manera lo hecho, hecho está. ¿Que acciones, tomadas del ejemplo en discusión son realmente aplicables de manera efectiva en nuestra ciudad? «Sanhattan» sin duda no es el caso, vendría siendo probablemente la enseñanza de un buen ejemplo aplicada de mala manera, la rasante tampoco; norma aplicada en nuestra ciudad causante y culpable deel clásico edificio de departamentos en Vitacura con sus últimos pisos de techo exageradamente inclinado.

    Tal vez lo mas destacable de la enseñanza ‘neoyorkina’ vendría siendo la capacidad de sus autoridades (así como de su población) de reaccionar, no solo a tiempo sino que también a la altura de la situación. Y esto se debe en parte por la presencia de una figura publica capaz de instaurar medidas y políticas urbanas a nivel de ciudad (no así a nivel de región; territorio al cual responde en Chile un intendente), figura ausente en Santiago, ciudad fragmentada en 37 comunas, las cuales muchas veces fallan en coordinación y comunicación.

  3. Felipe Faura dijo:

    Muy buena columna, y siempre interesante por lo que significa una ciudad como Nueva York. Lo único que me parece un poco desacertado es la postura de tratar de manejar la ciudad de Santiago al igual que Nueva York. Es ahí donde concuerdo con el comentario de Rafael, debemos tomar el ejemplo de los actores de Nueva York y su capacidad para anticipar y tomar las medidas necesarias para la evolución de la ciudad, con un cálculo territorial no menor. Se entiende que las soluciones de Nueva York se tomaron como ejemplo mundial por el hecho de ser una ciudad multicultural y el sueño americano para perseguir las distintas oportunidades de vida. Tanto el commissioners plan, el central park y el zoning plan se pueden aplicar de forma similar en una ciudad como Santiago, pero ¿tendrá el mismo efecto?. Lo dudo, todas estas estrategias se hicieron a partir de que la condición geográfica de Nueva York (Manhattan especialmente), y por una gran lectura de los arquitectos y resto de actores, funcionó y siguen funcionando correctamente. La condición territorial de Santiago es totalmente distinta, y se tiene que tomar como ejemplo el diagnóstico hecho en Nueva York, más que las soluciones adoptadas. En ese contexto y comparando, lo que es la solución del central park podría ser la solución que se busca a partir de los cerros islas. Pero me llama más la atención la actualidad de nueva york y las medidas tomadas para revitalizar los antiguos sectores industriales tanto hudson river y el highline park. Estos si se pueden tomar como ejemplo directo a distintos espacios perdidos en santiago y en Chile, ya sea industriales o ferroviarios. Y se me viene a al cabeza también que muchas de las estrategias que se están adoptando últimamente frente a estos lugares, también que son patrimoniales en muchos casos, es que se tratan de preservar y me acuerda a un texto de Rem Koolhaas llamado “preservation is overtaking us“, que trata de que la preservación de estos espacios y no intervenirlos al final nos van a dejar con solo lugares intocables.
    Acá les comparto el link para el texto:

    Haz clic para acceder a rem-koolhaas-preservation-is-overtaking-us.pdf

    • Manola Ogalde dijo:

      Quisiera hacer algunas acotaciones respecto del comentario de Rafael a mi columna en que señala que “lo único que me parece un poco desacertado es la postura de tratar de manejar la ciudad de Santiago al igual que Nueva York “, así como sus afirmaciones que indican que “todas estas estrategias se hicieron a partir de que la condición geográfica de Nueva York (Manhattan especialmente), mientras que “La condición territorial de Santiago es totalmente distinta”.

      Tal y como señalo en un principio “No es que se aspire a que ambas ciudades se parezcan en su forma: es claro que ambas han surgido en contextos históricos, culturales, económicos y sociales muy diferentes.” Me parece evidente que lo que aquí he buscado no es ningún caso afirmar que debemos replicar de manera literal las operaciones urbanas que se han efectuado en Nueva York. Muy por el contrario, lo que propongo es reflexionar en torno a los problemas que ha tenido esta ciudad y el modo en que los ha enfrentado, buscando comprender de qué manera esto puede servirnos de ejemplo y ayudarnos a solucionar nuestros propios conflictos urbanos.

      En este sentido, mi intención fue recalcar puntos bastante generales: la rapidez y altura de miras con que las autoridades han sido capaces de responder frente a los problemas urbanos; la importancia que se le ha otorgado a los espacios públicos verdes en una ciudad de gran densidad; la regulación que el sector público ejerce sobre el privado, creando una verdadera alianza entre ambos en pro de un desarrollo urbano “sano” que beneficia a todos; la dignidad con que varias veces los privados han sabido distinguir la ganancia justa de la usura, etc.

      Considero tan útil como necesario hacer el ejercicio de tomar distancia respecto de las particularidades de cada ciudad y entenderlas desde una cierta abstracción, ya que siempre ciertas urbes serán ejemplos a seguir para otras, en múltiples aspectos. Sólo de este modo es posible que unas ciudades aprendan de las otras, extrayendo lecciones generales respecto del correcto accionar de los actores involucrados en el crecimiento urbano de una ciudad.

  4. La configuración geométrica de las ciudades es siempre atractiva, ya que define una forma de pensamiento de una determinada cultura. Por eso, al comparar el trazado neoyorkino de manzanas alargadas y altamente rentables con las grillas cuadrangulares de Santiago, podemos notar que este carácter formal define incluso ámbitos sociales y religiosos desde épocas coloniales. El hecho de que la manzana sea de iguales longitudes en todos sus lados nos deja en su centro todo el mundo interior de la manzana. Estos espacios son utilizados hasta hoy por conventos de distintas órdenes religiosas como franciscanos, dominicos o mercedarios, por nombrar algunos. Ello forma parte de nuestra historia, y nos recuerda también por quienes fuimos colonizados y cómo ellos impusieron su pensamiento al fundar. Obviamente, estas manzanas no son lo mejor económicamente hablando ni tampoco mantienen un orden en su subdivisión, lo que deja muchos espacios residuales en la ciudad. A su vez, estos espacios residuales pueden expresar cierta desigualdad, al contrario de la grilla en Nueva York, donde se piensa en racionalizar el territorio para volverlo más equitativo, donde no existieran jerarquías sociales. Sin embargo, en la práctica, con el paso del tiempo, las jerarquías van apareciendo, los sectores más alejados van siendo la periferia y los costos de suelo no son los mismos en toda la grilla.
    Lo que llama la atención de Nueva York, es que a pesar de tener una trama reticular, que puede parecer delirante y poco consecuente con la geografía, es que en su verticalidad es totalmente diversa. No sólo por sus alturas sino por el programa que poseen en un mismo edificio, lo que se asemeja al transatlántico de Le Corbusier, donde se albergan los más diversos usos y servicios, creando una ciudad por cada torre, lo que transforma a la metrópolis en una ciudad de ciudades.

  5. Hans Besser dijo:

    Creo que si nos centramos en los ámbitos formales de Nueva York, especialmente en sus distritos más importantes, es fácil encontrar ciertas virtudes en su planificación y sus logros en cuanto a espacio urbano. Sin embargo, si nos retiramos un poco y analizamos el desarrollo de la ciudad y especialmente su gestión desde la Segunda Guerra Mundial podemos fácilmente encontrarnos con las atrocidades de la especulación inmobiliaria y el secuestro de la esfera pública por parte de los bancos y grandes actores privados. En particular en el año 1975 debido a un proceso de inflación la ciudad de Nueva York llegó a un punto en que se encontró en la bancarrota y se vio obligada a recurrir al sector privado para mantener la economía en pie. Si bien se trata de un proceso complejo, producto de esto, los inversores privados (Banqueros importantes entre ellos los hermanos Rockefeller) vieron la oportunidad de tomar decisiones sobre el desarrollo de la ciudad de acuerdo a su criterio. Las inversiones se aglomeraron en los distritos centrales y los gastos públicos de redujeron drásticamente generando una fuerte segregación.
    Creo que los arquitectos no podemos actuar ingenuamente dentro de la ciudad, creyendo que lo que se urde es simplemente una organización formal y una estetización deliberada de la ciudad. La ciudad es una pugna de poder y esto es crucial en el caso de Nueva York. Creo que Nueva York nos ha enseñado el poder del dinero, especialmente su poder sobre la ciudad. Y creo que Santiago ha sabido seguir su ejemplo presentando algunas de esas irregularidades típicas entre el sector público y el sector privado en el mercado inmobiliario.

    Dejo un link a una charla titulada Neoliberal City, impartida por David Harvey (geógrafo y teórico social, profesor en la City University of New York) donde explica en profundidad lo que muy sucintamente mencione.

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